Si es cierto lo que dicen los conocedores, de que en la misma proporción del calor es la producción de pitahayas, éste será un buen año para degustar este fruto excepcional, que en medio de lo más duro de la sequía previa a la temporada de aguas, nos ofrece su frescura y exquisito sabor.
Ya se observan por toda la región los pitahayos coronados de la fruta, que lentamente madura para después deleitarnos, colocadas en canastos en las plazas de los pueblos del Cañón de Juchipila; atrayendo a los compradores con sus bellos y variados matices de color: amarillas, rojas, carmesí, púrpuras, naranja, blancas, moradas, etc.
En Jalpa por ejemplo, algunos vendedores empiezan a ofrecer las primeras pitahayas de la temporada, obviamente a un precio relativamente alto: cinco pesos la pieza, pero vale la pena realizar el gasto, para experimentar ese riquísimo sabor que ligeramente nos recuerda al kiwi.
*La foto donde aparecen junto a los nopales, la temachaca, el huache y la guámara, es una obra de nuestro amigo fotógrafo Juan José Briseño.
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